Iguazú: Patrimonio de la Humanidad

lunes, 18 de diciembre de 2017

Nuevos salarios y pensiones en 2018

LA NECESIDAD DEL DEFINITIVO SALTO ADELANTE


Queramos o no, Asturias y Cataluña comparten dos ritmos de vida similares, para lo bueno y lo malo. No hace falta más que revisar la Historia reciente, y no tanto, de ambos territorios, que para unos son Comunidades Autonómicas y para otros naciones con identidad, cultura y raíces propias. Pero alejándonos de extremismos idealistas o nacionalistas, nos encontramos con dos modelos de crecimiento que con el tiempo se vieron insostenibles y desequilibrados basados ambos en un solo sector. La minería en Asturies y el textil en Catalonia, sirvieron de base, sostén y cimientos para la recreación de vida económica en dos de los nodos de crecimiento más importantes de aquéllos tan amados e idolatrados por la autarquía franquista. Pero, pese al paralelismo, y para nuestra desgracia, los inicios, como se verá luego, no fueron tan similares. No obstante, quizás por ese principio de intervención nacional de la dictadura, la conclusión fue solidaria para ambos entornos y barrunto que para el resto del país.

Mucho antes de la era de los pantanos, a finales del siglo XIX, mientras que en tierras del “Consejo de ciento” y sus alrededores había una burguesía, la catalana, que ponía pasta y estaba motivada para crecer dentro de Europa, en nuestra tierra verde y negra se empezaba a extraer carbón con capital foráneo, situación que impedía que los ritmos de crecimiento fueran ciertamente estables porque las plusvalías no echaban raíces en el mismo lecho dónde nacían sino que huían a ultramar. Aquí quedaban sueldos ralos, hambre por arrobas y pobreza en exceso. Así mientras que Catañuña recreaba una forma de crecer propia, a todas luces exitosa, por entonces, Asturias era esquilmada en su alma y cuerpo, al mismo ritmo que las paladas de carbón salían de sus entrañas por las muchas bocaminas que la desangraban. Pero, al fin y a la postre, este modo y uso de vida, aunque mezquino y generador de una deuda intergeneracional difícil de saldar, se convierte en propio como la sangre que corre por nuestras venas y tan reivindicable como el catalán para su tierra. Así, con el paso del tiempo, esos sistemas productivos autóctonos se tatúan en nuestra piel y Astures y Catalanes, poco a poco, sin prisa pero también sin pausa, nos empezamos a mirar hacia el ombligo no solo por orgullo si no porque, en el fondo y tristemente, teníamos miedo a lo que venía de fuera, terror atávico trasmutado en odio a lo que opinaban de nosotros en tierras donde se recrearon modos productivos distintos al de nuestras “aldeas galas” o en otros en los que, si originariamente habían sido similares, se modularon tiempo ha por lo que en Europa se estaba respirando. Nuevos aires de cambio, que para Asturias significaron vientos de destrucción de empresas, empleos y de futuro. Fuego lento que quemó las esperanzas, agua que no sació la sed, sino que ahogó. Y así, cuando Terry Ronald cantaba para “Calmar la Ira”, en los ochenta, nos íbamos a la mierda. Sin que nadie hiciera nada por evitarlo. “Azúcar amargo”, ángel y diablo que cantaba la atractiva mexicana Fey por la misma época que nos envenenaba a todos.

Consecutivos gobiernos de políticos malos y presuntamente corruptos, hacen de los ciudadanos que los votamos víctimas propiciatorias del desánimo, descrédito y pérdida de valores sociales, económicos y humanos. Cuando se plasmó evidente que el futuro del “futuro autóctono” ya no era posible, porque la U.E. y sus Instituciones, casi inquisiciones, así lo certificaban, los líderes de pies de barro antes mentados se parapetaron tras las barricadas de su codicia, sin mirar hacia su derredor, haciendo apología del egoísmo, más allá de lo que nunca pensaron; porque si su poltrona peligraba lo siguiente podía suponer dar con sus huesos en la trena. Algo, esto de la trena, que para todos ellos era peor que ser paseado con orejeras a lo largo de la vía pública, como reos de la Inquisición. Precisamente porque ellos había sido esa mismo inquisición y ejercido como tal contra quienes no bailaban su balada macabra y pisaban los cráneos de sus congéneres por doquier. ¿Quién se podía mover si quería salir en la foto…?

Toda esa dinámica yerma de sentido, aquella dialéctica del terror fue el estigma que impidió que los pocos buenos que había, acá y acullá, plantaran cara a los sinvergüenzas que durante años flotaron como la mierda sobre aguas tranquilas. Hoy, después de reconversiones, “macagunmimanto” varios, procesos y “Procés”, con la cola del ciento cincuenta y cinco, soterramientos interminables, hospitales que se derrumban, políticos presos – que no presos políticos - que salen del talego tras rogar un digo donde primero gritaron Diego versión naíf, no tan esperpéntica, como la de los que optaron por poner pies en la polvorosa Bruselas. Después de todo eso y más que me callo, nos encontramos navegando en un proceloso mar de dialécticas neocon, en un carcomido cascarón de nuez, sin velas ni un mísero motor que nos acerque a la costa. Todo porque desde la generación de los abuelos hemos tragado con roscas de molino y jamás se ha intentado buscar un modelo de desarrollo sostenible. El cuadro de Asturias y nuestras cuencas se dibuja dantesco, como propio de los blaquinegros de Goya, igualmente tenebroso y se pinta con una pasta que mezcla altas tasas de paro, terrenos desindustrializados, en su mayor parte infectos de alcaloides, lodos químicos casi hasta en el aire y un ambiente irrespirable, en lo físico y lo social. Así que los jóvenes, formados o no, tienen que emigrar como sus abuelos. Lo mismo que en Cataluña y todo porque, en parte, gracias a nuestros políticos la zozobra se ha hecho moneda de cambio en un marco donde los valores sociales, la solidaridad y el respeto ya no existen y donde el “tanto tienes tanto vales” se canta desde el amanecer hasta el final de la noche de los tiempos. Y dios te libre de que ni tengas ni valgas, porque si es así, estás...

Y no es que se pida una nueva revolución de Ochobre del 34, por cierto también obrada en Cataluña, pero si que se debe exigir un cambio de ritmo que acelere el paso para no meter la pata en el foso y caer rompiéndonos la crisma, otra vez más.

Heri Gutiérrez García

martes, 28 de noviembre de 2017

LA COCINA POPULAR NO MOLA EN BRUSELAS


El último informe de la Unión Europea, sobre empleo, renta y desigualdad, emitido por la Comisión, desde Bruselas, esta semana, vuelve a dejar a España con los pies al aire. Y es que la capa con la que los hidalgos castellanos cubrían su zaherido orgullo cada vez está más raída, remendada y pútrida, tal que ya no nos cubre las vergüenzas, miserias ni na de na…!!!
Pero, “tranquis, coleguis” que pronto llegará Papá Noél y los Reyes Magos, así que nuestros políticos Rajoy, Montoro y de Guindos, a la cabeza, se enmendarán y redactarán sus cartas, llenas de ilusión, para que el prodigio de aquellos hombres mágicos solucione los problemas de nuestra economía. Todo porque, en resumidas cuentas, la cocina popular no logra sazonar en la medida de lo necesario sus platos para que acaben con la fame de los españoles. O peor aún, nunca quiso.
Pero, claro está, nunca pasa nada y como, para algunos compatriotas, los datos de la U.E. son emitidos solo para dañar o pintar la cara a Rajoy, podemos seguir haciendo oídos sordos a las voces que claman equidad, igualdad y respeto, desde dentro del país – entre ellos ONGs como Cáritas y Cruz Roja – y desde fuera si es la Comisión la que apercibe. Es problema radica en que mientras se ningunea, sin el menor rubor, a la ciudadanía y sus organizaciones, la U.E. nos sancionará por incumplir los mínimos exigidos para pertenecer a tan ilustre club. Por torpes, vamos.
Por eso, creedme si os digo que hay gente que me está empezando a caer mal, versión suave de “me están hinchando las narices”, cuando miran hacia otro lado al ver situaciones lacerantes, de extrema necesidad, en nuestras arterias urbanas o cuando, por omisión de ayuda a los que las sufren, llega una reprimenda, como ésta, de la U.E. a manera de informe de su Comisión. Y pese a todo, se sigue sin hacer nada al respecto. Lo siento, no puedo con ellos. Claro, nunca pasa nada “tenemos a Arconada” o “no tenemos miedo, tenemos a Ablanedo” que se cantaba en el vetusto Anoeta o en El Molinón, la catedral del Piles, en la década de los maravillosos ochenta.
Pero entremos ya de una vez en harina, que para hacer una tortilla o este pastel hay que romper las cáscaras de los huevos. El citado informe, para todos en la red, analiza siete importantes variables socioeconómicas como son la desigualdad de rentas; abandono escolar; discriminación de género en el mercado de trabajo; riesgo de pobreza y exclusión social; jóvenes que ni estudian ni trabajan; tasa de paro y eficacia del gasto social en la reducción de la pobreza y las califica, en función de la media de la U.E. como excelente, bien, media, bien pero empeora, débil pero mejora, bajo vigilancia y crítica. El caso español se torna crítico en los dos primeros áreas que conforman el informe. Una pescadilla que se muerde la cola, ya que si abandonas los estudios la falta de formación te incapacita para alcanzar empleo digno. El resto, salvo el referido a la discriminación laboral, situado en la media de la U.E. - bastante malo, por cierto - queda bajo vigilancia; o lo que es lo mismo bajo sospecha.

Con este sufflé, resulta anacrónico ver como sacan pecho los cocineros patrios de los Presupuestos Generales del Estado. Yo al menos, metería la cabeza en los libros de cocina, quien dice cocina dice economía. hasta encontrar una receta que pusiese el menú nacional entre los primeros de Europa. Ah, no, es verdad, que lo importante no es la equidad entre los españoles y el libre acceso a los recursos, derechos y mercado de trabajo. Pedir esto es una pedantería; lo que mola es disertar sobre el color de la camiseta de la selección española, qué Benlén Esteban tenga una hija casadera, Paquirrín mueva la panza a ritmo bakalao o que en Catalunya haya más seguidores del Barça o del Español. Así nos va; tan bien como el informe – tirón de orejas a España.
La realidad, por cruda, es despreciada. Así nadie dice y todos se callan la verdad de que los avances en empleo, si se puede llamar así a esos“curros” diez horas al día por 500 € o de tres días al mes, han sido marcadamente polarizados lo que lleva a que los ricos sean más ricos y los pobres más necesitados, a la vez que aumenta su número ( el 28 % de la población española está en riesgo de exclusión social).
El informa concluye con un corolario temible que se resume en un aumento de la desigualdad en el acceso a la educación, formación, protección laboral y unido a los pobres resultados en el mercado laboral llevan a que la Comisión observe un preocupante colapso en los ritmos de desarrollo sostenible, procesos de equidad y de inclusión social. Latitudes estas peligrosamente próximas a Bulgaria o Grecia en el furgón de cola de la U.E. Eso sí; nadie queda atrás con el ¡Viva España! Y el dogma de banderas.



Heri Gutiérrez García.

miércoles, 22 de noviembre de 2017

LOS MACHOS ALFA, LA BURUNDANGA Y EL ABUSO DE PODER


Un país con unos datos de de mujeres asesinadas por violencia de género – 45 a mediados de noviembre, momento de escribir esta columna - , como España, no puede llamarse desarrollado, ni mucho menos “ir bien” como postulan, cada tres por cuatro, nuestros políticos. No amig@s, no; mucho más allá de los “Gurtel”, “Marea”, “Eres”… banderitas rojigualdas o esteladas, camisetas de la selección con efectos ópticos, para algunos perversos y homenajes desmedidos a humoristas que en su máximo esplendor eran del montón, encumbrados por los cánones actuales como grandes filósofos y teóricos del pensamiento posmoderno... Muchas millas ultramar, me barrunto, se encuentra el espolio que sufren los seres humanos por la nefasta acción y negación de ayuda de quienes deberían poner coto a este desmán contra sus semejantes.
El poder, siempre el poder, y su cruel expresión como dominio de los otros es algo que pone excesivamente cachondos a muchos, casi me atrevería a decir que los lleva al paroxismo de la enervación sádica. Uno no es más fuerte por lo que tiene, sino por la diferencia respecto al otro, o lo que es lo mismo, por que puede mearle en la boca sin que aquél, usado como escusado, se revuelva y explote. Y si te jactas de ello en cahts o grupos de wasp, mucho mejor, que para eso tienes un móvil de última generación.
Así, insultar a Carmena, la alcaldesa de Madrid, amenazar de muerte a tu compañero “rojo”, adorar y rendir pleitesía a la bestias fascistas, proponer métodos de exterminio y planear actos terroristas contra medios de comunicación, son fundamentos de cerebros yermos de neuronas habitantes de las mismas ciénagas y cloacas que aquellos que impunemente violan a una joven, supuestamente hasta arriba de escopolamina, para que pierda su voluntad y no se defienda y graban sus hazañas para deleite de individuos de la misma calaña.
Pero además, al sociedad actual parece estar tan borracha de burundanga como las víctimas de una agresión sexual bajo su efecto. Más todavía, enferma. No reacciona ante los chorros de horror, la barbarie y la violación de los derechos humanos que aparecen día sí y día también en los medios. Si te agreden, roban,violentan... debes casi justificar tu inocencia porque, en el fondo, formas parte de la misma jungla de odio que dio cuna y amamantó a los machos de la manada que te agraviaron impunemente en un anónimo portal, oscuro rincón, y subieron a la red – hay que ser absurdos – su triunfo contra tu libertad ya vencida, copas y horas antes, por el efecto del narcótico.
“Que no cerraste las piernas con la debida fuerza...” “Ibas provocando por llevar escote, falda corta o pantalones ajustados...” “No te dolió la afrenta porque seguiste haciendo una vida normal...” “Es que, hija, lo ibas buscando...” Éstas y otras peores, que no deberían ni siquiera pensarse por execrables, son frases de marcado tinte machista, discriminatorio y vejatorio contra la mujer que se esgrimen en los tribunales en defensa de los que no se la merecen.
Y lo más triste de todo es la normalización que se ha obrado en nuestra cultura, el morbo de las imágenes, de los desquiciados datos sobre el feminicidio anual, de la creciente proliferación de grupos neonazis que actúan en la impunidad de un sistema que pretende esconder bajo la alfombra la basura acumulada durante años de dejadez institucional. Y eso, de alguna manera, amig@s, lo terminaremos pagando.

Herti Gutiérrez García

martes, 31 de octubre de 2017

DE LOS HIJOS DE ESTA TIERRA AL RECUERDO DE SUS MAYORES

Foto: Archivo Minero
Hace unos días, Quique Mencía jefe de prensa de la empresa HUNOSA, me envío un wasp para invitarme a participar en el evento que, en memoria de los fallecidos en la mina, se celebrará el próximo viernes día tres en el Centro de Reinterpretación del Puzu Sotón. La idea era que profesionales de distintos campos, ciencias y artes, aportaran su saber en un acto que pretendía rendir homenaje a aquellos mineros muertos en trabajo. ¿Por que yo también? Pensé... No canto, no sé recitar, no soy actor, ni músico, ni artista. Escribo mal, casi a hachazos; eso sí, como hijo de esta tierra negra y verde me comunico con una prosa ruda y nudosa, casi salvaje, mamada por la leche materna como se hereda el ímpetu con el que generaciones y generaciones antes que la mía arrancaban el carbón, a puñetazos de su lecho, en el corazón de nuestros valles. Quizás por eso impregnada mi alma de cisca, lodo, polvo y humo nunca me alejé de estos valles para hacer trabajo de campo y parir etnografías que siempre sentaron mal a los poderes fácticos del momento. Conjunto de documentos recopilados por alguien de cuna tan “roja” y “negra” como las de aquellos electos y que eran nacidos de la vivencia de sus gentes. Y, claro, nadie podía ser tan puro en esencia ni montar corceles tan bellos como quienes salían en prensa, radio o televisión a grito deslomado reivindicando solidaridad y compromiso... Por boca pequeña como se vio después en algunos de aquellos ídolos de pies de barro. Vamos, me imagino que para ellos yo era un postmoderno desertor del Álamo. Pero no, que va, lejos de esa visión, yo era alguien normal que, también en la mocedad, se manifestó en Uvieu, Llangreu o dónde fuera y que desafinó con la masa, antes de correr, aquello que se cantaba “De qué pozu son esus de marrón...Esus de marrón, de qué pozu son...”.
Esa forma de vida valiente y a pecho descubierto que se reflejaba en no casarse con nadie, herencia legitimada de nuestros mayores, a las huestes de la rancia derechona rechinába-yos mucho, pero tristemente lo mismo significaba para algunos de los integrantes de las fuerzas vivas del otro lado, los autroproclamados como representantes legítimos de la clase obrera. El tiempo que es sabio a la par de inexorablemente cansino dará y quitará razones tras los muchos procesos sub judice abiertos aún hoy en día.
Herederos somos de una Historia crispada y real, narrada de distintas formas tras décadas de trabajo duro bajo tierra, peonadas, vidas, amores y almas, todos ellos ganados y perdidos subiendo “ramplas” y abriendo nuevos “tayos” como caminos y venas serpenteantes hacia el corazón de Asturias. Honor, solidaridad, respeto y lucha obrera amalgamaron un modo de vida difícil de comprender fuera y en casa. Unas veces temidos, otras mancillados y pocas reconocidos por los gobiernos antes durante y después de los tiempos de general golpista. Precisamente fue en el ocaso de ese aciago régimen, carente de Democracia y sobrante de paternalismo a ultranza, cuando el INI creó, con la Acción Concertada, la empresa HUNOSA. Y de eso hace ahora cincuenta años, en el apoteosis de la autarquía franquista. El inicio de un sueño litúrgico, para algunos, para otros una pesadilla, pero al fin y a la postre significante de una fuente inagotable de trabajo y prosperidad para todos los hijos de nietos de los primeros campesinos que a caballo entre siglos y en las remotas aldeas perdidas de Asturias se empezaron a manchar las manos de negro carbón, bajando por chimeneas cargados de picos y palas, hambrientos y enjutos, olvidados del destino. Aquellos que sudaron y sangraron una y mil veces y tristemente lloraron de dolor o de alegría también. Fuente inagotable de esa sangre real y simbólica que nutrió los valles mineros asturianos y sin saberlo, casi sin quererlo, fue la protagonista de una de las páginas más honrosas y valientes de nuestra Historia reciente. Quienes no solo lucharon por un futuro, que lo hicieron por cumplir con el sacrosanto legado que les habían trasferido sus mayores. Aquella conducta de “paisano” o de “paisana” que no retrocedía ante las adversidades, que nunca engañaba y muchas veces era vilipendiado por ser precisamente honesto y honrado. Algo de lo que los “autroproclamados” guías espirituales, que lo eran solo de cartón piedra, se aprovechaban para medrar y engañar a los suyos, a todos los que seguían bajando a las entrañas de la tierra para sacrificarse y mantener a su familia, que sentían el orgullo de ser minero, solidario y valiente, que no solo “baxaben les series a puñetazus” en el chigre, sino que sabían protestar cuando el “techu tiraba” y había que “postiar de chulana” porque tan peligroso estaba el muro como el techo. Los mismos que cuando había un “derrabe” entraban sin mirar más que al fondo donde estaba el “compañeru accidentau pa salva-y la vida” o si no se podía, para devolvérselo a los suyos. Así en las plazas de los Pozos mineros asturianos, como en las de todos los del resto del mundo, se vivió la emoción, la reivindicación, la lucha y del dolor contenido y expuesto al salir el minero herido o fallecido. Porque aquel que salía en la camilla era parte de la comunidad que lo esperaba fuera y en silencio o con aplausos era honrada su memoria.
Para finalizar mi deseo que este reconocimiento a todos los fallecidos deba ser el inicio del tributo, a modo de pago, hacia el acervo que nos trasmitieron los que fueron mineros durante casi dos siglos en empresas publicas o privadas, chamizos o grandes “Pozus” y hacia sus familias, porque son la base estructural y crucial de la cultura que hoy conocemos y que nos ha hecho ser como somos. Y, por favor, para terminar ya, dos deseos y una súplica. Seamos honestos con la Historia. ¡Qué nadie use partidistamente este tipo de homenajes porque sería violar el recuerdo de los que ya no están….! Y qué la pérdida de empleos en la minería, y su repercusión en la actividad económica, nunca signifique el fin de unos valores solidarios, reivindicativos y de compromiso que algunos conocimos en nuestra juventud.




           Heri Gutiérrez García.

viernes, 21 de julio de 2017

LA OCUPACIÓN DE LOS ESPACIOS PÚBLICOS VERSUS LA MEMORIA Y LOS DERECHOS DE LOS ASESINADOS


El paseo-espacio verde que se encuentra en al final del parque de La Laguna de El Entrego ha desatado una nueva controversia, más allá de su uso como lugar propicio del botellón, como solaz de cánidos varios o nido de amor furtivo de parejas y amantes ocasionales. Ultramar, como diría Séneca, porque se relaciona con la ocupación de espacios culturales y simbólicos, arena de representación etnográfica de un pueblo y propias del mismo. Y nada que ver tampoco con que el Brexit obligue a cambiar “El Paseo Inglés”, nombre con el que alguien lo articuló.
Recientemente el PP de San Martín de Rey Aurelio, como parte de la estrategia nacional de rebautizar los espacios públicos y colectivos con nombres que permiten el reconocimiento de aspectos de la Historia española como si ésta existiera desde el periodo Democrático y solo parcialmente, ha propuesto apellidarle “De las víctimas del terrorismo”. Evidentemente, no soy de los que niegan que ETA fue un grupo terrorista y criminal que asesinó a ciudadanos y políticos adscritos a todo el arco ideológico, militares, guardias civiles, profesores, abogados o intelectuales que no comulgaban con sus hostias, como macabra estrategia de terror. Negar esto, sería una insensatez. Pero también lo es, y aquí entramos en “fariña”, correr un tupido velo tras el que se oculten los hechos ocurridos en el periodo franquista o, lo que es lo mismo, dedicar “cero euros” a la partida correspondiente a la Memoria Histórica en los últimos ejercicios - en palabras del propio Sr. Rajoy-, de los Presupuestos Generales del Estado.
No voy a perder tiempo intentado explicar, a quien no quiera entenderlo, la diferencia que existe entre un levantamiento o rebelión popular, como el de Octubre del 34, con un golpe de estado militar, como el del 36, perpetrado éste por profesionales del ejército contra el Gobierno que juraron defender. Pero sí querría refrescar la memoria de algunos y decir que hubo militares que obedeciendo a su Gobierno reprimieron la primera y luego murieron, con honor, defendiendo la legítima República contra aquel golpe de mano. Y quien no lo crea así que revise los libros de Historia. Claro queda, que tampoco apruebo los crímenes que ambos bandos cometieron contra sus hermanos, del otro, durante la contienda. Todos ellos son igual de execrables. Y como el oficio de antropólogo exige contar lo que ocurre y por ello lo que el ser humano crea, recrea, construye y reconstruye, a esa labor he de ceñirme.
Con estas premisas, todos nos damos cuenta que entre el final de la Guerra Civil y la muerte del dictador hay un periodo de “desmemoria” colectiva que nos caracteriza, para mal, como país amnésico e injusto. Incluso los que sufrieron en sus carnes hechos luctuosos más recientes han sabido empezar a rectificar. Balcanes, Chile, Argentina...Por cierto, Venezuela aún no. Por eso pese a que algunos quieren arrancar una página de los libros de Historia, correspondiente al S. XX, no debemos hacerlo porque sería abandonar en el olvido a muchos españoles, compatriotas nuestros. Según historiadores neutrales, como Hugh Thomas y Anthony Beevor, pueden cifrarse entre 350.000 o 400.000 los represaliados por el régimen, enterrados en más de 800 fosas comunes en España. Casi 200.000 fusilados, dándose el macabro efecto modal de acaecer varios centenares al día durante 1940. La desmemoria sirve para olvidar que quienes murieron “por Dios y por España” recibieron digna sepultura y reconocimiento. En cambio, los apilados en las fosas del olvido yacen en una canibalización eterna que trasciende más allá de su asesinato y usurpa su existencia como persona, su memoria individual y el derecho a pertenecer a la colectiva y, como no, todos sus derechos civiles. Porque ser enterrado en un “no lugar” hace que nadie pueda acudir a recordarte, llorarte, rezarte u odiarte.
No hay mayor injuria contra un pueblo que eliminar su existencia, incluso devorándolo; algo que nuestra especie lleva haciendo desde el Neolítico, o antes. Solo la Cultura y su conocimiento ha borrado la antropofagia física de nuestras costumbres. Pero, en cambio, otras no tan evidentes aún se estilan en el S.XXI; porque ¿cómo hemos de calificar los crímenes de lesa humanidad, las violaciones de derechos humanos, tráficos varios o las condenas al ostracismo contra colectivos y grupos étnicos distintos al nuestro?. ¿Puede haber algo más triste que saber que un antepasado tuyo se encuentra arrebatado bajo cientos de kilos de tierra al borde de una cuneta, en el fondo de un pozo o a las puertas de un campo santo...? ¿No tienen derecho esos familiares a enterrar “como Dios manda” - crean o no en Él- a su desaparecido.?
La Antroplogía estudia las Culturas, desde el relativismo que implica que ninguna de ellas es más importante que otra so pena de caer en deslizamientos culturales que, a través del principio mecanicista se excluya del régimen trascendental a algunos colectivos. Por eso, en España, dónde todo el mundo tienen derecho a ser enterrado dignamente, sin ser apartado de sus derechos civiles o memoria, aún tenemos compatriotas en cenagales simbólicos de los que deben ser recatados. Y así, más importante que tener campo, paseo, plaza...”de las víctimas del terrorismo” hora es que se recupere y restituya el honor a quienes se les fue arrebatado. Y concluyo, si hay qeu cambiarle el nombre ¿Por qué no ponerle Paseo de la Memoria Histórica?.


lunes, 23 de enero de 2017

LA BALADA DEL NALÓN


Sirva esta corta alegoría como contrapunto final a la gran peli de John Ford “Qué verde era mi valle”, ya que mientras que en ella y en el libro en que se basa de Richard Llewellyn, seudónimo de Vivian Lloyd, se narra la vida de una pequeña comunidad de un valle al sur de Gales, a través de la familia Morgan aquí, en esta columna, se muestran los actas de defunción de aquel modo de vida que en esta tierra, nadie supo defender o no quiso. Azules, rojos, sepias, morados, verdes o naranjas miraron hacia otro lado y, silbando tangos, permitieron el cese de toda actividad minera en Asturies y con ella, más triste aún, el fin de un modo de vida autóctono que otrora era reprimido, pero a la vez temido y odiado, por la bota del pretoriano. Pérdida de identidad que desde la Antropología es un crimen de lesa humanidad, tan grande y grave como la eliminación de cualquier hábitat humano, porque uno y otro pertenecen al acervo cultural de un pueblo. Jo, si alguno de los guerreros de la Libertad, en plena postguerra, abriera los ojos…! O monta tanto, para mi, la opinión de los veteranos que estuvieron en primera fila en La Güelgona del 62; aquella lucha desigual contra la Dictadura que hizo correr, a la par de garrotazos, ríos de tinta y de tal importancia social que hasta la BBC inglesa dedicó un especial informativo. Por contra, ni color se atisba en la idílica Democracia, del siglo XXI, que algunos embadurnan sin pudor.
El Pozu Sotón, situado en el corazón del Valle Nalón, fue uno de los yacimientos mineros de mayor importancia de la empresa HUNOSA, y por extensión del sector minero Astur y patrio. Pero además se constituyó, junto con otros como Maria Luisa o La Camocha, en referente del movimiento minero, la lucha obrera, la solidaridad y el compromiso. Con su desaparición y secada la fuente se corta el riego, en este caso y entre otras cosas, de solidaridad. Y así es más fácil manejar a la población, porque se eliminan los significados y significantes identitarios y a todo esto suma y sigue el hecho de que quienes, en el pasado reciente, se erigieron en faraones – dioses vivientes del Anto Nalón, como los del Nilo, no fueron más allá de figurones de cartón piedra, a toro pasado comprobado. Sí ya sé que me radicalizo, me lo dicen hasta los militantes de Podemos, y que perderé muchos amigos, también. Pero mejor es eso que olvidar las conexión con mis raíces, las nuestras y las de todos, aunque algunos se hayan olvidado.
Pero centrémonos para no volver a teorizar sobre ciencia política o filosofía barata, que es la pretensión actual, a modo de Sálvame de Luxe. Volvamos al “tayu”. Es el Centro de Representaciones del Pozu Sotón, en el horizonte, como un elemento nuevo de atracción turística, pero permitidme como antropólogo, bisoño eso sí, que considere en mayor valía su importancia. Es mucho más; y pese a la dificultad que supone trabajar sobre la tierra de uno mismo, porque es imposible alejarse para ser objetivo, he de deciros que se me antoja como uno de los últimos reductos que pueden mostrar lo que la vida minera fue con sus bondades y perversidades, en el fondo, lo que caracteriza a este pueblo a orillas del Nalón. La última pantalla, a modo de visor, que trasmitirá las señas locales hacia el futuro. Espejo y crisol de un momento de tiempo, dos siglos nada menos, propio de unos valles que mutaron y volvieron a cambiar, por mor o desamor, de los intereses económicos de un país, España, que solo miro hacia Asturias, sus tierras y paisanos, cuando los necesitaba y el resto del tiempo despreciaba con inusitado despotismo, casi ilustrado. Así y como no hay cuña peor que la del mismo palo se uso a los, supuestamente mejores cerebros de una generación asturiana, exiliados a Madrid, para defenestrar lo que, por otro lado, ya no existe.
Peleemos todos juntos por una suerte de última frontera que debe servir de nexo y referencia para los que vendrán, nacidos aquí y allá. Para que conozcan lo que hicieron nuestros - sus mayores, porque, pese a los que algunos crean, las piedras y sus construcciones tienen vida. La vida rica en experiencias de los que las construyeron y también las que se desarrollaron en aquellos lugares de trabajo. Historias de vida, pasión y muerte de deben ser recordadas como mejor homenaje a quienes las protagonizaron y porque son parte del referente de un pueblo que se niega a desaparecer engullido por las fauces del Sistema.