...Pólvora
de la mañana. Así cantaba Luis Eduardo Aute, en septiembre de 1975.
Una canción que como el mismo comentó en alguna entrevista:
"Escribí "Al alba"
los días previos
a los fusilamientos
de septiembre de
1975 y con
mucha urgencia. Debe
haber sido una
de las canciones
que más rápidamente
me surgieron, pero
quería que la
gente la cantara.
La verdad es
que no tuve que
pensar mucho, salió
del dolor."
Desde
ese
momento,
se
erigió
como himno referencia
contra todo tipo de intolerancia, represión y crímenes de lesa
humanidad que se cometen contra nuestros semejantes.
Metidos,
ya de lleno, en la primavera del año de nuestro señor de 2013, como
escribían los viajeros, marinos, rapsodas y narradores varios de
épocas pasadas, vivimos tiempos de estupor no solo por el regusto,
cada vez más jodidamente amago de la crisis, sino también por las
caras que nos quedan a los españolitos de a pie, que no somos
“hijosdalgo” ni gozamos de foro o privilegio alguno, con todo lo
que se nos viene encima. De vuelta a la canción, Aute nos advierte
nuevamente en el primer verso “Si te dijera amor mío, que temo a
la madrugada, no sé que estrellas son estas que hieren como
amenazas, ni sé que sangra la luna al filo de la guadaña...” Ahí
queda eso, que diría el castizo.
En
los últimos tiempos, antes de la canícula del verano, se me están
antojando una serie de ideas que, aunque no alcanzan al rigor de una
tesis, constituyen mucho más que un mero bosquejo de reflexiones,
por su significado y porque sin compartidas por librepensadores de
varias patrias y periodos in tempore variado. Consumaciones que, pese
a la dureza y claridad de miras que representan, son ponen a todos
los bien nacidos la carne de gallina, más que trémula. Por ejemplo,
escritores de mucha mayor trayectoria que la de este triste soldador
de palabras, como Antonio Muñoz Molina, en su último libro “Todo
lo que era sólido”, sentencian que lo que estaba garantizado y
se consideraba ganado por el mero hecho de ser ciudadano de un país
- vamos lo que permitía en materia social, educativa, sanitaria...
el Estado de Bienestar - se esta desmoronando; o, más bien, nos lo
están tirando abajo. Y a nadie parece importarle más allá de los
cien, doscientos, trescientos... euros con que se nos puede quedare
el Estado; y como somos muy poco eclépticos y no bebemos de más
fuentes que la que nos interesa, y en cada momento, no somos capaces
ver más allá. Igualito, igualito, que los conejos, de Tomás de
Iriarte, que en la madriguera discutían sobre la autoría de unos
ladridos que cada vez se acercaban más a ellos. No os destrozo el
final, leedlo vosotros, que merece la pena.
Y
mientras el dragón se zampa a la doncella de la justicia, que
sostiene la balanza, en toga y vendados sus ojos, sus hijos que somos
todos, las pasamos “canutas” para llegar a fin de mes. Algunos,
desgraciadamente -y no hablo en sentido figurado – se quedan en el
camino, sin que nos pueda importar una mierda a nadie; porque nos
volvemos tan ciegos que no nos danos cuenta de que cuando las barbas
del vecino pelan, deberíamos temblar de miedo por las nuestras. Y en
estas, queridos compatriotas, aparecen los datos catastróficos sobre
el mercado de trabajo y, con ellos, la euforia pos Semana Santa se
esfuma como se diluyó aquel azucarillo en aguardiente. Estalló la
bomba social, que no deportiva como decía García en lo ochenta. Se
rompe, con ella, la barrera de los seis millones doscientos mil
parados, que combinan con las casi dos millones de familias que no
tienen ni un euro de ingreso mensual para vivir, porque ninguno de
sus miembros trabaja. Y todo, pese a las maravillosas
reestructuraciones hechas sobre el mercado de trabajo, rescate tras
rescate, confeso o penitente...La vida sigue igual, como la canción
de Julito Iglesias, y sufren los mismos de entonces.
¿Cuándo,
de verdad, se comenzará a responsabilizar el español, sucesor de
Esteso, Pajares y Alfredo Landa de todos sus quehaceres...? ¿Tan
difícil es tirar la cuchara cuándo ninguna de tus soluciones
sirve...? ¿Es mejor agotar - sea color del partido, cual sea – las
legislaturas, hundiendo por la proa el barco de la economía
nacional...O por contra en una más que honrosa mea culpa admitir la
ineficacia de ciertas medidas, más allá de su impopularidad
manifiesta ?¿Somos incapaces de hacer frente a las doctrinas Prodhi
– Merkel de la sinrazón, pensando en la soberanía nacional?. Pues
si todo monta de tal forma, estamos perdidos. Creo que se nos
quedarán cortos hasta los siete millones de parados y
entonces...¿qué o quién nos puede salvar de la quema, compañeros?
En
fin, como debo estar ya más p'allá que p'acá... dejeme con el mi
canto. A las duras, más que a las maduras, que diría el rapsoda.
Aunque yo me sigo aferrando al sempiterno Carpe Diem, amigos.
Heri
Gutiérrez García