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Exhumación de Estépar equipo Aranzadi |
Son muchos
los españoles que se han embarcado en la legítima tarea de
recuperar los restos de sus seres queridos olvidados en no-lugares
como cunetas, curvas y contracurvas de carreteras, extramuros de
cementerios, en fosas comunes apiñados, sin nombre ni derechos, o en
simas como nuestra próxima y triste de “Funeres”.
Cierto es
que tras, el golpe de estado del 18 de julio de 1936 y durante la
fraticida Guerra Civil, ambos bandos cometieron innumerables crímenes
contra quienes estaban en listas distintas, opinaban diferente o,
sencillamente, pasaban en el momento inapropiado por el lugar que no
convenía. El 1 de abril de 1939 termina la guerra pero se inicia un
periodo que, en las Ciencias Sociales y Humanas, y dentro de éstas
la Antropología, se denomina del “terror estructural” en el que
supuestamente se debería haber impartido justicia y lo que se hizo
fue obrar venganza. La historia pasa a ser reescrita por los
vencedores y lo que fue un golpe de estado, en toda regla, contra un
gobierno legítimamente constituido democráticamente, se postula
como “alzamiento nacional” del glorioso ejército contra las
hordas rojas. Casi como si el golpe lo hubieran dado los
republicanos.
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Orduña-cementerio municipal -Eq. Aranzadi |
Guerrilleros,
maquis y “fugaos”, que habían sido parte del ejército vencido,
algunos por imposibilidad de escapar y otros por principios, se echan
los montes para aplicar contra el gobierno franquista la guerra de
guerrillas. En Asturias todo termina en 1958, cuando es capturado en
Villamayor, Piloña, el último “fugau” Eduardo Carlos Álvarez.
Durante ese periodo los “paseos”, fusilamientos, desapariciones
fueron algo habitual y ejercidos por un estado tan represor como el
nazi o años después el de Pinochet en Chile o Videla en Argentina.
Así mientras que a anónimos compatriotas, hombres y mujeres, se les
arrebatan sus derechos, familias y la propia la vida siendo aventados
a fosas del olvido, simas o enterrados “a lo zorro” a espaldas
del cuerpo social otros, los del bando ganador son exhumados con
todos los honores a partir de 1940. Placas, panteones, distinciones y
pensiones para los caídos “por dios y por España” del glorioso
ejército nacional en lucha contra el marxismo de las hordas rojas y
la masonería. Casi cuarenta años después de estos homenajes la
“ley de punto final” de la Democracia, mira para otro lado; no
como algunos dicen por el afán de unidad de los padres de la
Constitución si no por el miedo a nuevos golpes de mano del
ejército, como se vería posteriormente. Surge así una anomalía
histórica, única en el mundo desarrollado que impide aplicar la
Justicia Universal a quienes cometieron delitos de lesa humanidad, la
recuperación de los derechos y de los restos de los asesinados y por
ello las familias de los desaparecidos son lanzadas a un purgatorio y
obligadas a olvidar a sus seres queridos. Es inaudito que aún hoy en
día el excomisario de la Brigada Político – Social “Billy el
niño” tenga condecoraciones y pensiones por sus servicios al
Estado y causas pendientes, orden de busca y captura, en Argentina,
desde 2013 por delitos contra la humanidad en España. ¿Alguien lo
entiende?.
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Espinosa de los Monteros - Equipo Aranzadi |
En diciembre
de 2007, debido al clamor de la población, evidenciando lo que se
había hecho en países como Argentina, Chile, Sudáfrica o los de
la extinta Yogoslavia, a propuesta del gobierno socialista de
Zapatero, el Congreso aprobó la Lay de Memoria Histórica, con un
desfase de treinta años. Antes
agrupaciones privadas sin fines espurios o económicos, como critican
los que se oponen, se dedican a exhumar fosas y recuperar identidades
perdidas hace más de medio siglo. Con
la entrada del PP la Ley no se deroga, por ser Orgánica, pero se le
asignan cero euros en los sucesivos Presupuestos Generales del
Estado. Todo complica mucho más la labor de los rescatadores de la
Memoria.
Pero como
vivimos en el país de las paradojas, os voy a contar la
que
nos descubrió
una de
mis
mentores
en esto de la Antropología, María
del Carmen García Alonso.
Fue en
un reciente curso de verano de la UNED y
dará testimonio del modus operandi que se traduce en arrimar el
ascua a la sardina propia. En enero de 2010 el Obispado de Toledo
encargó a la Sociedad
de Ciencias
Aranzadi
la
exhumación de una fosa común en Camuñas, en la que había curas y
seminaristas. Por su ubicación y ser una mina abandonada hizo
imposible que, en aquel fervor
de
recuperación, en la década de los cuarenta, los cadáveres fuesen
rescatados. Por
Derechos Humanos Internacionales el equipo de exhumación así lo
hizo.
Una
investigación posterior de María descubrió que existía un método
express de llegada a la santidad que evitaba la condición de
necesidad de que el beato hubiera realizado un milagro, y esta no era
otra que haber sido asesinado por la fe, palio que la Iglesia del
momento ofreció a los golpistas sublevados. Osea que nunca mejor el
dicho de “a Dios rogando y con el mazo dando”. Este hecho cierto
y real debe hacernos reflexionar todos sobre la obligación de
recuperar a todos
los olvidados y
robados de sus sepulcros,
diseminados por la geografía de un país que, según Naciones Unidas
es, tras Camboya, el que más fosas comunes tiene en el mundo. Por
cierto, y Málaga el dudoso honor de poseer la fosa con más
cadáveres de Europa, según la misma fuente.