Iguazú: Patrimonio de la Humanidad

domingo, 1 de agosto de 2021

Glorias olímpicas; historias de vida y medallas para la Historia

 

Decía Pepín "Teverga", mi primer entrenador en los años mozos de la Universidad de Oviedo; "Correr, corren mucho los galgos, pero son perros..." Y razón tenía, el bueno de Pepe. A fe mía que el que hoy es mi entrenador Efrén García (hijo) sigue esa máxima.

En los Juegos Olímpicos de 1936, un saltador alemán, llamado Carl Ludwig "Luz" Long, dejo caer una toalla a un metro de la tabla de salto de longitud para que Jesse Owens pudiera clasificarse para la final. Un par de nulos "dudosos" llevaban al atleta de ébano al borde de la eliminación. “Luz” Long dijo "Nunca sería justo que yo hubiera ganado así"

 

Los Juegos de Tokio 2020 pasarán a la Historia por haberse celebrado un año después, por culpa de una pandemia cruel que nos ha puesto contra las cuerdas, como especie. Para las estadísticas quedarán las marcas y los medallistas, pero hay más…

En la sesión vespertina del 1 de agosto se vivieron una serie de situaciones que, desde el atletismo, engrandecen el movimiento olímpico. Y, todo ello, en menos de media hora. 

En la tercer semifinal de los ochocientos lisos masculinos, a falta de ciento cincuenta metros se trastabillaron el americano Isaiah Jewett y el Botswano Nijel Amos. Al suelo los dos, podrían haberse increpado o incluso pegado, pero la imagen muestra el juego limpio y la ausencia de rencor.

 

 

Diez minutos más tarde, La venezolana Yulimar Rojas pulverizaba el récord del mundo de triple salto femenino. El bronce para España por la gran actuación de la pantera gallega Ana Peleteiro, que batió dos veces la marca nacional. En fundido abrazo, celebró la plusmarca de su "compi" de entrenamiento, a las ordenes de Iván Pedroso.

 

Casi al mismo tiempo, el listón cayó por última vez desde 2.37 metros. Dos atletas habían llegado a esa altura; el qatarí Mutaz Barshim y el italiano Gianmarco Tamberi. Cuando el juez fue a determinar la altura sobre la que dirimirían el desempate por el oro, decidieron que la Historia recordara que nadie “perdió” la plata. Y ante la extrañeza del juez…

 

 

Quedaba aún decidir quien iba a ser el heredero al trono de la velocidad. Los ocho atletas entraban en la pista, aliviados porque no estaba el emperador Usaín Bolt y casi temiendo poder ocupar su lugar. El crono quedó parado en 9,80 segundos por el italiano Lamont Marcell Jacobs. Nada más cruzar la meta, otro trasalpino, el saltador Tamberi, estaba esperándole para abrazarle con la tricolor a su espalda.

 

 Sencillamente, para recordar y presentar a los más jóvenes para educar en el deporte limpio y los valores humanos.