Un día el compañero Manolo Campa me
dijo, en su pareado destilado en Harvard: “Desde que abrazaste la
Antropoloxía...Dexaste la Economía???”. Ni mucho menos, creo yo. Más bien,
la Ciencia de Malinowsky, Levi – Strass, Boass. me sirve de arma moral para
atacar los pilares de la Economía Neoliberal más carca y recalcitrante entre la
que nos enfangamos. Toda la fuerza vital de los seis millones de olvidados en
esta tierra de sinrazón que antaño se llamaba España. Nunca agradeceré tanto a
la “compi” Bego Huergo haberme enseñado el camino.
La Historia que os pretendo narrar
va sobre Ubuntu – más allá del software libre que evita el servil canon a
Microsoft – y es la siguiente. Un antropólogo estudiaba los hábitos y
costumbres de la tribu Xhosa de la etnia Zulú, en África. Un día, decidió hacer
algo divertido entre los niños del poblado, puso un montón de dulces es una
canasta, decorada con cintas vistosas, debajo de un árbol. Luego los llamó para
el juego. Explico que cuando él dijera "ahora", deberían correr hasta
aquel árbol y el primero en llegar a la cesta tendría el derecho a comer todo
su contenido. "¡Ahora!"...Y los niños se tomaron de las manos
corriendo juntos hacia la cesta. Seguidamente, comenzaron a dividir los dulces,
y sentados en el suelo comían felices. El antropólogo fue a su encuentro y
preguntó indignado porqué habían hecho eso cuando uno sólo podría haber tenido
toda la cesta para él. Ellos contestaron: “Ubuntu, nigumuntu, nigamuntu”
que más o menos significa “Una persona es persona, solo, a causa de los
demás” . ¿Lo mismito qué en nuestra comprometida sociedad actual, verdad?
Hace poco, hablando con Casimiro Palacios
recordábamos la “peli” “Fort Apache” en la que el Comandante Thardey, disertaba
sobre los cobardes aguijonazos, contra el ejército US – arcaísmo de las
actuales estructuras del imperio - de
los Apaches Mescaleros. En frente el Capitán York, era de otra opinión. La
realidad es que el propio Sistema necesita, en pequeñas dosis, elementos
subversivos para justificar su existencia. ¿Verdá “Casi”?... Porque si
todo fuese uniforme y monocolor, la respuesta social podría ser verdaderamente
peligrosa, fulminante y desestabilizar al Sistema y a todos los que sestean
plácidamente en su útero.
Y toda este curso de Antroploxía
acelerada -A fin, de qué fin? Me diréis.
No os lo reprocho, solo responderos que más allá de las dietas, los supuestos
cobros, sobresueldos de organizaciones nacionales. Traspasando los orígenes de
las presuntas contabilidades “B”, de sus orígenes más o menos lícitos, sea
quien sea el que se los mete en el bolso. Debería estar, en la esencia y los
principios de la dignidad hacia todos los que conformamos la tribu, la bonhomía
de ser honesto. Entiendo, desde la racionalidad económica, que quien pueda,
ingrese la mayor cantidad de dinero que crea conveniente, siempre que no sea
resultado de una práctica ilegal. Allá su conciencia, la que le dicten sus
principios. Si es capaz de vivir con ello y sin ruborizarse corresponder a su
stress, con un aumento en la minuta, no os aconsejaría su compañía ni para ir a
tomar unas copas. Lo que me resulta repugnante, a todas luces, es querer
justificar la “navayá” en el corazón de los ciudadanos de a pie, como solución
única y necesaria para salvaguardar el “Estado del Bienestar”, mientras que en
el envés se montan “legalismos” para salvar el culo y blanquear el dinero de
los que lo amasaron en las malas artes del engaño – y a saber qué más - de la
economía sumergida. ¿Cómo puede crecer una economía, en crisis de demanda – donde
nadie puede gastar – si se capa con impuestos, reduciendo subvenciones y otras
glorias, la capacidad de compra?
Un ¿todo vale? No sé, seguro que para un Zulú, no. Pero claro, algo “nun güele bien” en el país en qué la Picaresca fue endémica, dónde “El Lazarillo”, “El Buscón”, “La Pícara Justina” o “El Guzmán de Alfarache” son, además de joyas de la Literatura del “Siglo de oro”, ejemplos de un modo de vida, el del “pirulazu”, otra vez rescatado, en la antesala del tercer milenio, nada bueno puede esperarse bajo el sol. ¿Dónde llegaremos? Ni me atrevo a imaginar. Pero desde el corazón de los seis millones de parados, desde la desazón de sus familias y el hambre de sus hijos solo me atrevo a pedir, sin erigirme en representante de nadie, cordura, honradez y honestidad para con lo que se nos viene encima. Y, aunque hace tiempo que deje de creer en Dios, como el “Alcalde de Zalamea”, a Él imploro. Porque los de abajo parecen igual de sordos.
