Hoy Aleida Assman, una de las primeras espadas, a nivel mundial, en los estudios sobre la Antropología Cultural, la Memoria Cultural y Comunicativa, fue la encarada de inaugurar este III Congreso Internacional de estudios sobre la Memoria social y cultural.
Analizó el comportamiento de ciertos estados desde sus propias perspectivas, que a veces pueden distorsionar la realidad. Pensemos en el caso de dos naciones en guerra y
una vez finalizada ésta, la visión y explicación dada por cada contendiente dista bastante entre sí. Incluso es difícil saber algo sobre el origen real de la disputa. Verdades a medias como las que, no olvidemos, nos enseñaron a todos desde niños. Disertó sobre la memoria individual que se imbrica con la social; o como ésta interfiere y modifica las percepciones que los ciudadanos creen propias. Héroes cuasi-mitológicos, Reconquistas, hazañas gloriosas para unos son genocidas, opresores, asesinos y raptores de memoria para otros. Incluso dentro de mismo país, algo que a los españoles os toca muy de cerca, como se puede observar en la imagen lateral que la propia ponente usó para explicar sus planteamientos. Pero que podría extenderse a nombres de calles, que se pretenden cambar nuevamente o a la desmemoria que sufren los desaparecidos en fosas comunes y sus familiares.
Sus planteamientos están bastante próximos a los del profesor Junco, en cuanto a que un país que no reconoce los errores pasados, no es que tienda a repetirlos si no que será tierra de cultivo para la aparición de extremismos fascistas y reaccionarios. En cambió quienes analizan las causa que produjeron todas sus heridas y elaboran curas para eliminar todas sus cicatrices, tienen la capacidad para abrirse a nuevos planteamientos integradores, solidarios.
Quedan tres días más de mesas redondas y grupos de trabajo por los que Madrid y España se convertirán en el centro neurálgico mudial de estudios sobre las Memorias.
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