Iguazú: Patrimonio de la Humanidad

miércoles, 22 de noviembre de 2017

LOS MACHOS ALFA, LA BURUNDANGA Y EL ABUSO DE PODER


Un país con unos datos de de mujeres asesinadas por violencia de género – 45 a mediados de noviembre, momento de escribir esta columna - , como España, no puede llamarse desarrollado, ni mucho menos “ir bien” como postulan, cada tres por cuatro, nuestros políticos. No amig@s, no; mucho más allá de los “Gurtel”, “Marea”, “Eres”… banderitas rojigualdas o esteladas, camisetas de la selección con efectos ópticos, para algunos perversos y homenajes desmedidos a humoristas que en su máximo esplendor eran del montón, encumbrados por los cánones actuales como grandes filósofos y teóricos del pensamiento posmoderno... Muchas millas ultramar, me barrunto, se encuentra el espolio que sufren los seres humanos por la nefasta acción y negación de ayuda de quienes deberían poner coto a este desmán contra sus semejantes.
El poder, siempre el poder, y su cruel expresión como dominio de los otros es algo que pone excesivamente cachondos a muchos, casi me atrevería a decir que los lleva al paroxismo de la enervación sádica. Uno no es más fuerte por lo que tiene, sino por la diferencia respecto al otro, o lo que es lo mismo, por que puede mearle en la boca sin que aquél, usado como escusado, se revuelva y explote. Y si te jactas de ello en cahts o grupos de wasp, mucho mejor, que para eso tienes un móvil de última generación.
Así, insultar a Carmena, la alcaldesa de Madrid, amenazar de muerte a tu compañero “rojo”, adorar y rendir pleitesía a la bestias fascistas, proponer métodos de exterminio y planear actos terroristas contra medios de comunicación, son fundamentos de cerebros yermos de neuronas habitantes de las mismas ciénagas y cloacas que aquellos que impunemente violan a una joven, supuestamente hasta arriba de escopolamina, para que pierda su voluntad y no se defienda y graban sus hazañas para deleite de individuos de la misma calaña.
Pero además, al sociedad actual parece estar tan borracha de burundanga como las víctimas de una agresión sexual bajo su efecto. Más todavía, enferma. No reacciona ante los chorros de horror, la barbarie y la violación de los derechos humanos que aparecen día sí y día también en los medios. Si te agreden, roban,violentan... debes casi justificar tu inocencia porque, en el fondo, formas parte de la misma jungla de odio que dio cuna y amamantó a los machos de la manada que te agraviaron impunemente en un anónimo portal, oscuro rincón, y subieron a la red – hay que ser absurdos – su triunfo contra tu libertad ya vencida, copas y horas antes, por el efecto del narcótico.
“Que no cerraste las piernas con la debida fuerza...” “Ibas provocando por llevar escote, falda corta o pantalones ajustados...” “No te dolió la afrenta porque seguiste haciendo una vida normal...” “Es que, hija, lo ibas buscando...” Éstas y otras peores, que no deberían ni siquiera pensarse por execrables, son frases de marcado tinte machista, discriminatorio y vejatorio contra la mujer que se esgrimen en los tribunales en defensa de los que no se la merecen.
Y lo más triste de todo es la normalización que se ha obrado en nuestra cultura, el morbo de las imágenes, de los desquiciados datos sobre el feminicidio anual, de la creciente proliferación de grupos neonazis que actúan en la impunidad de un sistema que pretende esconder bajo la alfombra la basura acumulada durante años de dejadez institucional. Y eso, de alguna manera, amig@s, lo terminaremos pagando.

Herti Gutiérrez García