La prensa
nacional y, más allá de ella, todas las redes sociales, se hicieron
eco del caso, uno entre mil, de un joven licenciado valenciano que se
veía obligado a deslocalizarse, de esta España nuestra, para poder
ganarse el sueldo dignamente y no morir a la sombra del consuelo y
las migajas que la relación paterno-filial le brindaba. Hasta aquí
nada parece extraño, todo forma parte del mismo cuadro, con
distintos colores y en diferente enfoque que tiempos pretéritos,
porque como la canción la vida sigue igual. Y lo sabéis muy bien
los que sois algo más largos del medio siglo de existencia, que
teníais que emigrar, a Francia, Bélgica o Alemania, como Pepe, y
cobrar un franco a diecisiete pesetas, en aquel tardofranquiemo, tan
moderno él, con sus radiantes polos y nodos de desarrollo pero que
obligaba a miles de españolitos tipo Alfredo Landa o Florinda Chico,
más lejos del exilio político, a buscarse los cuartos, allende los
Pirineos, donde empezaba lo verde. O, décadas más tarde, los
mismísimos JASPs que durante los ochenta salían a servir
hamburguesas a Picadilly y seguir tragando caca -para ser más finos
-. En fin, familiares nuestros que durante años salieron a limpiar
la mierda de la Europa civilizada. Todos, unos y otros, seguro que se
ponen en su lugar. Y es que, aunque parezca raro, quizás mezquino, a
los jóvenes españoles, a los menores de veinticinco años no les
queda otra. ¿Sabéis que más del 55% están en paro?. ¿Y qué van
a hacer entonces?. Analizar a bote pronto las causas de este meollo
estructural, sin miramientos y saludando al tendido o de reojo
soslayando “pa la grada”, sería a la par que irreverente una
entelequia sin razón ni juicio alguno. Solo comprensible como
engrudo o carnaza de los muchos programas de televisión que,
pretendiendo ser los más serios, a orillas del Río Pecos, en la
frontera sur del Lian Shan Poo, nos narcotizan noche tras noche con
cutres efluvios de sabor a zanahoria y azahar. Más mierda p'al body
- que diría un castizo-. Así en un frenesí de dentelladas, a
diestro y siniestro, como un festín de cocodrilos del Nilo, en el
paroxismo de la depravación, los “ex” de todo tipo, políticos,
sindicalistas, periodistas, profesores y un largo etcétera, venidos
todos ellos a menos, se van macerando nuevos destinos profesionales,
como profetas o druidas investidos, de no sé qué fuerza moral, ni
por quién, para redimirnos a todos. Y sin rubor nos van llenando de
heces la conciencia, metiéndonos miedo y prisas con frases prosaicas
que nos recuerdan a aquella lapidaria “¡qué viene el lobo!” que
nos acongojaba y atirantaba las criadillas a todos los niñatos en
las noches que siguieron al despertar de la Democracia española.
Una venta de
alma al diablo que pasa por atreverse a analizar todo tipo de
informaciones, sin cortarse ni un pelo, con sobrado gesto de
suficiencia. Todo es desmenuzable desde la fingida postura acartonada
de intelectuales baratos, de todo a cien, que presentan en las
ondas... Un plato de cocina naif, pues vale. La composición del gas
mostaza, que algunos, en su ignorancia y prepotencia, pretenden usar
como condimento en exquisitas recetas culinarias, pues también. Y
tira p'alante. ¿Que me estoy pasando?. Pues quizás si; no sé.
Basta
recordar recientes comentarios de un “ex”, en anteriores
legislaturas portavoz de un gobierno, hermano del actual. El Sr.
Rodriguez, don Miguel Ángel, no tiene problemas al definir a la
mayor parte de los funcionarios como – digamos eufemísticamente –
poco trabajadores. Pero oiga Sr. contertulio, los trabajadores, que
aún tenemos la suerte de poder “currar” en la marca España,
soportamos – funcionarios o no – mucho peso debido a la
incapacidad o falta de consenso de quienes nos rigen. Además muy
pocos podríamos aspirar, ni siquiera soñar, a ganar un sueldo de
diputado o jubilarnos con seis años de servicios, holgadas nuestras
necesidades para varias generaciones con la pensión vitalicia que
les orla a ustedes. ¡Ah qué me dicen por el “pinganillo” que no
se puede hablar de esto. ¡ Qué ye pecao!. Pero a mi, como a Olvido
“Alaska”, me importa un bledo porque nunca me resultó traumático
moverme para no salir en la foto y como dudo que me excomulguen,
porque primero iría Paco, el papa... Si “esi señorín”,
argentino él, que jugaba al fútbol de guaje, en las canchas
callejeras, con Di Estéfano. El mismo al que seguro que algunos se
la tienen ya jurada y en lista de espera. Pero volvamos al “spanish
suffle”. Quizás seamos todos los españoles una banda de vagos,
pero algunos cobran por ello en semanales brindis al sol.
La segunda
perla, de D. Miguel Ángel, le hace reflexionar sobre la “fuga de
cerebros” y sataniza así a la educación derivada del primer
gobierno de Felipe Gonzalez como la culpable de todas las lacras de
la emigración patria actual. Mezquino sería quien, conociendo lo
que hay en esta materia, no asienta la frustrante verdad de que cada
vez la educación va a peor. Pero es algo que ocurre desde que el
alzamiento nacional, un golpe de estado en toda regla contra la
razón, rompió con la institucionalizada costumbre, de la Segunda
República, por la que los “profes”, que lo eran de verdad,
dedicar sus vacaciones estivales a ir por los pueblos de la España
profunda para enseñar a leer y escribir a sus compatriotas menos
afortunados. Y en esas estamos algunos; si nos dejan.
Heri
Gutiérrez Garcia.