Iguazú: Patrimonio de la Humanidad

martes, 24 de septiembre de 2013

APARTAVUS VÁRGANUS QUE VUS ESPETO


Así terminaba un cuento, fábula o historia, tampoco como llamarla, porque poco más recuerdo de ello, que nos contaba mi güela Oliva, a mi hermano y a mi en nuestra infancia. Si que asoma escondido, en lo más recóndito del disco duro que simboliza mi memoria histórica o histérica, el convencimiento de que esta era la frase que gritaba alguien que se despeñaba al abismo, en caía libre, contra un destino desconocido y supuestamente aciago para él. Aunque no me atrevo a afirmarlo a ciencia cierta, ni a pie de página, creo vislumbrar, entre las bruñidas brumas del olvido, que todo ello sucedió después de que alguien le hubiera avisado del posible desenlace, para él desgraciadamente ya cierto. Ahora, ya no tan tierno, pienso que lo que mi güela quería era, aparte de quitar parte de la pesada carga doméstica a mi madre, la misma que sufrían todas lasmamásde la época, transmitirnos algo que iba imbricado en la ancestral mochila del Ser Humano, alojada sobre la parte límbica del acervo cultural de nuestra especie, mucho antes incluso de la aparición delsupuestoSapiensSapiens moderno. Es decir, que desde que los primeros homínidos, peludos y encorvados ellos, salieron del cuerno de África, hace cientos de miles de años, las abuelas ya se lo transmitían a sus nietos, mientras los despiojaban. Y no me refiero a otra cosa, amigos míos, que a la capacidad para obrar teniendo en cuenta lo que nuestra actuación puede representar sobre los demás, valorar los perjuicios, beneficios y si los segundos superan a los primeros tener conciencia para echar el freno antes de cagarla con la burlesca marcha atrás... Que viene a ser lo mismo que no ir por el mundo como unosengorilaos, algo que desgraciadamente se está poniendo de moda por estos andurriales. No sé, quizás esta lucha entre el egoísmo y el altruismo en el filo de la navaja de la corrupción haya sido algo eterno, incrustado bajo el tejido epitelial desde la noche de los tiempos. No olvidemos que el análisis antropológico ve la figura del ángel caído como un universal común a las todas religiones que en el mundo han sido. Y quizás por eso, Mefistófeles, Satanás, Lucifer o Belial han tenido multitud de imitadores a lo largo y ancho de la Historia. El nepotismo triunfa sobre la decencia con tal impunidad que los botones de muestra sobrarían para miles de casacas, o más.
Casi con la futilidad de un REM, más una cariñosa mirada, de reojo, a los amigos de Sala Oscura, me viene a la cabeza una frase de Gary Cooper, en lapeliLa Gran Prueba de W. Wyler, en la que se hace una épica defensa del pacifismo incrustada en un periodo tan crudo como la Guerra de Secesión USA. Así el patriarca de unos cuáqueros sentencia lapidariamente algo que resuena en mis migrañas, tan bruscamente como silba el aire en las orejas de aquel que se despeña desde el inicio de esta columna, o de su legislatura. La vida de un hombre no vale nada si no la vive de acuerdo con su conciencia...Claro, pero para que la rueda de la fortuna nos sonría con una vida fructífera, hay que tener conciencia, valores y responsabilizarse en el trabajo personal más allá del bolsillo, la imagen o el márqueting electoral. Alicientes que no nacen por generación espontánea, ni perduran más allá que los charcos tras una lluvia torrencial, o tormenta, en el Serengeti, porque requieren una concienzuda determinación y apuesta por la cultura, a partir de modelos de educación de calidad con responsabilidad social. Sin olvidar que civilización, como ente universal y en número singular y la cultura son esquejes de la forma de vida de un pueblo y determinan un entorno moral como destino ineludible. Porque salvo en la Alemania decimonónica, donde sus pensadores hacían distinción entre civilización, circunscribiéndola a la mecánica, técnica o factores materiales y cultura a la que asociaban valores, ideales y altas capacidades intelectuales; repito, eliminado esta endémica representación aria, errónea en origen y maldita en sus consecuencias, el resto del mundo identifica ambos aspectos. Esto nos llevaría a reconocer que aunque la civilización engloba a las culturasde ahí su singularidady que éstas, de distintos entornos y nichos ecológicos, próximos o lejanos, aunque diferentes a la nuestra, contenido y continente son igualmente respetables y deseables. Algo que en la patria de tirios y troyanos parece haberse olvidado y así por el artículo treinta y tres, los habitantes de Freedonia y el partido del pueblo que les dirige odian muerte, o al menos no perdonan, a los de Coppertonia ni a su gobierno sociologista porque perteneciendo a la misma república bananera llevan varias intentonas fallidas para celebrar unos juegos del Potlatch que éstos organizaron hace dos décadas. No deberían preguntarse ya los sabios de la tribu, si es rentable invertir cientos y miles de sestercios, más todos los corderos, gallinas y pollinos de la aldea, en publicitar unos juegos que en el despropósito se tornarán del hambre, porque aunque algunos lo mienteny mientannunca salen los números y nada digo cuando en el aquelarre de crisis patrio, los machos cabríos son montados, a horcajadas, por los gurús de la nueva economía, siempre despiadada, bajo auspicios de la otra vez aclamada bruja del norte Hamburgués.

Heri Gutiérrez García.