Iguazú: Patrimonio de la Humanidad

viernes, 19 de julio de 2013

EL SILENCIO DE LOS CORDEROS


Acertar el título de una columna es algo primordial para “enganchar” al potencial lector, sin olvidar que, en él, se debe compendiar la esencia del artículo. De esta forma la elección del presente, afortunada o no, resultó, amén de la existencia de una película dirigida por Jonathan Demme, basada en una novela homónima de Thomas Harris, de un proceso de eliminación en el que pretendía el mutismo, la afonía o mudez de otros dos elementos, los chorizos por un lado y los cabritos por otro.
Seguidamente, os deleitaré con el procedimiento. Los embutidos, muy buenos a la sidra, en rodajas “asaos” o vuelta y vuelta si son criollos, deben quedarse en un plato de alto poder calorífico y cómo tal consumible de vez en cuando. Además nunca se quedan callados, en plena conversación tienen la mala costumbre de repicar en pestilentes bocanadas de humor agrio. Respecto a la segunda opción, los cabritos, sus hermanos mayores y padres, deciros que me fue imposible contactar con alguno ya que según palabras del presidente de la asociación española que los agrupa (A.E.C.) se encuentran haciendo jiras y caja por ferias, saraos y “bolos” varios a lo largo de nuestra geografía, acopiando para el invierno y las cuentas en Suiza, Barbados, Islas Caimán o República Popular de Tucumán, en su defecto. De esta guisa que solo me quedan “los corderos, Clarice...” como susurraba el bueno de Hannibal Lecter, álter ego de Anthony HopKins, cuando le tiraba los trastos a la camaleónica agente del FBI. Pero vayamos por partes, como diría otro colega destripador de Lecter, de nombre Yack. Los corderos se dejan, nos dejamos llevar al matadero, como lo que somos, y sin rechistar. Mientras, miembros de los otros dos grupos anteriores se deleitan y aplauden con júbilo nuestros cantos de gloria y salmos de alabanza o resignación rumbo a la pira funeraria. Porque sencillamente nos lo merecemos... Y es por nuestro bien, nada más que por ello. Nos van a descuartizar lentamente, sin anestesia, y aunque nos duela, seguro que les va a resultar más penoso a ellos y sus verdugos, tal es su bonhombría y honorabilidad. Y sabed, que cuándo nos meten la daga hasta la empuñadura y nos la retuercen dentro es porque otros, que saben mucho más que nosotros, son los que lo ordenan - siempre por nuestro bien, no lo olvidad - versión cutre de “no hay otra solución”. Cómo si endiñársela al pobre fuese el bálsamo de Tolú -¿os engañé, eh...? creíais que iba a decir”... fienabrás”-. Renovarse o morir amigos, como los machos cabríos que ya no se suben a la escalera sino que son ellos los que componen la música para la liturgia del festín en honor al dios caníbal de la montaña neocon.
Y mientras, unos y otros nos mienten, quitándonos las pocas ganas de pelea que apenas se dibujan ya en la cara, espejo del alma. Cuándo se nos hace creer que es más importante que Messi o Ronaldo ganen la bota de oro, Madrid o BarÇa la liga. En el momento en que la estética ya no es la esencia de la ética y se convierte en un mero culto al cuerpo danone. En estas, en las que estamos, comenzamos a sentir un hambre más arriba de la panza y mayor que un dolor de infarto que nos corroe el alma, un ansia de justicia que ni “El tío la Vara” podría asolar a garrotazos. Una sensación de vacío tal, que nos sume en las profundidades del averno más lúgubre, del que parece no hay salida por mucho que los neo gurús del la Nueva Economía de mercado nos hagan creer lo contrario. Porque muy mi pesar y al vuestro, convenzámosnos que se están vulnerando o al menos mancillando los Derechos Fundamentales Humanos, núcleo esencial de nuestra Carta Magna. Y cuándo esos ocurre, “tamos jodidos, coyacios”. Y creedme que siento ser tan soez, pero hay veces que tienes que usar las palabras menos poéticas y más tristes de nuestro diccionario para contar lo que pasa en el entorno. Que sean otros los que narcoticen a la sociedad con cantos de sirena o cuentos de lechera. Por cierto, aviso a navegantes, un organismo internacional como la OCDE, para nada sospechosa de trasgresora, más bien afín y guardián del Modelo Neocon, da un nuevo “tirón de oreyes” a los sabios españoles, porque lejos de ver brotes verdes o esquejes de futuro, alerta sobre la prolongación de nuestra recesión, aumento de los niveles de desempleo y de los delitos fiscales pese a las llamadas por sus mentores grandes políticas estabilizadoras de política económica española, como la reforma laboral, recortes presupuestarios, o malabarismos fiscales que reducen los impuestos directos - favoreciendo a los ricos – y aumentan los indirectos, que pagamos todos porque son derivados del consumo familiar. Y en esas estamos amigos, de camín al mataeru y cantando juntos cómo hermanos, mientras otros se ríen o callan, oídos sordos, con cuentas en Tucumán.

Heri Gutiérrez Garcia

El Capital y su Sistema nos ayuda a crecer...Según sus  intereses y designios...