Y lo más triste es que todo este desorden de géneros, personas y
roles no es algo que los mundanos “no-mágicos” observamos, desde
los abismos, en aquellos que vuelan en las alturas; no. Va más allá
– o más abajo - incluso hasta las mismas simas de las cavernas
del mito de Platón, allí donde estamos todos sumidos y amarrados
con roñentas cadenas a la roca. Porque los que han salido a su
umbral y calentado el bigote o la jeta con los tibios rayos del sol
de la mañana, se consideran elegidos por los dioses y ya no retornan
a la oscura cueva donde los demás estamos encadenados de por vida.
Así los gambitos de dama, caballero, varón o barón son esencia y
herencia asimétrica en vertical y horizontal. Los pactos, que no de
La Moncloa, son plato principal en los menús de todas las cocinas
políticas patrias cuando el interés es mantenerse en el candelero o
como el comanche de la “peli” de Clint Eatswood “El Fuera de la
Ley” decía: “Se debe perseverar si se quiere ser civilizado...”
Hartos ya de que nos “perseveren” y como no es lo mismo estar
dormido que durmiendo, jodido que jodiendo, que diría D. Camilo José
Cela, en El Senado, es hora de coger las riendas de la ciudadanía y
exigir un respeto absoluto a las derechos del ser humano. Evitar que
nos sigan fornicando unos y otros si a nosotros no nos apetece porque
pagamos cama, ponemos el cuerpo y además la comida. Y eso es un giro
emocional muy difícil de digerir para quienes no tenemos un estómago
hecho para la carne humana.
Cohortes de compatriotas mancillados sin trabajo, que es derecho
constitucional, sin ingresos o en el abismo de la pobreza, que se me
antoja como delito de lesa humanidad. Justo es clamar por unos
derechos que nos pertenecen. Y lo más triste, otra vez la frase se
repite en esta columna, es que cuesta encontrar un referente válido
en todo el panorama patrio que represente o defienda los preceptos
que recoge nuestra Carta Maga. A las pruebas me remito según las
últimas noticias. Sí, lo mismo valdría decir, para los que sois
creyentes, que quien esté libre de pecado tire la primera piedra.
Todos tenemos un pasado y un presente que nos lastra el futuro
tornándonoslo en un fantasmagórico espectro sin cabeza. Así por
extensión y a la sazón no es lícito, decoroso o moral al menos
entrar en una actividad tan honorable, como debería ser la Política,
para satisfacer objetivos de trascendencia en política – otra vez
diferencio la “P” y la “p”-. Para esto puedes irte al
“Sálvame...”, “HyMyV”, “La Voz” “O.T.” o a la “Isla
de los ¡políticos!” donde te divertirías igual y harías menos
daño a quienes te votaron y al resto de ciudadanos. Ya ves que
posibilidades tienes muchas. Una pena de aquel país dónde “hacer
Política” se confunde con “hacer carrera en política”. Porque
un Político lo que debería hacer es estar al servicio del
ciudadano, nunca soportar el palio de los amos del mundo. Y que
recuerden y se graben a fuego en el alma los embriones de futuros
políticos que ni una corbata o tacón de aguja, por muy kitsch que
se pretenda ser, implica ser un gran orador con fundamento. Ojo,
tampoco lo tiene por que ser el arremangarse y lanzar consignas a los
cuatro vientos como las hostias consagradas que un cura reparte en
misa.
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