Edmund Burke, escritor, pensador y político irlandés del S. XVIII,
dijo: “Para que el mal triunfe, basta con que los hombres de bien
no hagan nada”. Pero, cierto es, que para que existan hombres y
mujeres de bien, la población y la ciudadanía deben estar formados
intelectualmente algo que solo se logra con una Política Educativa
comprometida con los valores sociales, el respeto a los demás, la
igualdad y sobretodo que desprecie las premisas de quienes intentan
aprovecharse, entre otras cosas, de las Instituciones para lucrarse.
No olvidemos que un país con pueblo culto es la garantía y la
observancia de gobiernos serios y ser curto no tiene mucho que ver
con saber Economía, Matemática o con coleccionar carreras
universitarias; es más que todo eso. De ahí que, perversamente
quizás, no interese que el ciudadano sepa vivir y desenvolverse
autónomamente en su sociedad.
En la España del S.XXI, tan lejos de la Irlanda contemporánea a
Burke, se abren debates sobre la necesidad o no de imponer deberes a
los alumnos, sobre si deben o no trabajar en casa y si es estresante
o no tal actividad y consecuentemente si les lastra para su
desarrollo futuro.
A lo largo de esta columna expondré mi opinión, aportando
experiencia a ambos lados de la trinchera, como profe pero también
como alumno, que también toca de vez en cuando, lo que me permite no
desengancharme y conocer todos los entresijos, a izquierda y derecha,
de la barricada.
Una multinacional vikinga de muebles de instalación rápida lanza
una feroz campaña usando la premisa del exceso de deberes que los
escolines españoles deben cumplimentar y que corrompe la posibilidad
de una vida familiar plena y común. Por contra, las mesas, sillas,
aparadores y armarios de la marca permiten disfrutar aprendiendo y
aprender disfrutando en compañía de los papás y sus hermanitos.
Los deberes, así entonces, son muy malos. Ahora entiendo por qué
generaciones de españoles salimos tan retorcidos y antisistema o
corruptos y crápulas varios.
Mucho ha tornado la enseñanza, giro casi siempre hacia peor, desde
la prehistórica E.G.B. a las directrices actuales del “disfruta y
aprende a tu ritmo”, tan bien recibidas por algunos colectivos
institucionales y populares. Así, un escolín o escolina nunca debe
estresarse haciendo deberes, por contra lo importante es que juegue a
la Play, hasta la hora de meterse en la cama, después de haber
“amorado” con sus amiguitos en la calle. Toda esta actividad
“intelectual” le sirve para realizarse convenientemente como
persona de futuro y así sabrá desempeñar una profesión en su
etapa de adulto. Eso sí, sin estresarse; nada de pedir objetivos,
productividad, planes de carrera, etc. Bastante tiene con levantarse
por la mañana e ir a aguantar al crápula de su jefe, de la misma
familia de los crápulas que arriba cité, que habían estudiado en
la E.G.B. Los compromisos “p'al jefe” que para eso es el dueño
de la empresa. Y si me puedo largar diez minutos primero, pues eso,
como los “funcionarios”. Y queda claro que no me voy a levantar
por menos de 1.500 €, eso por la parte corta, que tengo terminada
la ESO y como papá me mantiene a mis treinta y cinco años y mamá
me dice “no te levantes todavía, vida, que está muy frío en la
calle; yo te llevo el colacao a la cama...” Y el papá seguidor de
la moderna doctrina de la liberación contra deberes puede pensar que
a ningún gestor de formación o recolocador se le ocurra decir a mi
hijo que tiene que ir a trabajar a Francia, Alemania, Burgos o Xixón.
De eso nada; faltaría más, que le monten una empresa en uno de los
polígonos industriales del Caudal, del Nalón, Navia, Narcea o Eo
que “ye su obligación”.
Como documento histórico aporto seguidamente una anécdota que hará
reír a los compañeros del tartán que hace décadas compartían la
camiseta verdinegra de la Uni de Uvieu. Ahí va; los martes y jueves
desde septiembre a diciembre, Pepe Teverga, responsable del Club de
Atletismo, nos enclaustraba durante dos horas en el multiusos bajo la
Piscina del San Gregorio. Las sesiones, numantinas ellas, empezaban
con un trote continuo que se iba acelerando y se desquiciaba cuando
Pepe, perversamente, empezaba a dar palmadas y tenías que lanzarte
al suelo, pegar con el pecho saltar, girar, rodar...Todo volvía a
cierta normalidad cuando mandaba hacer dos progresiones, a lo largo
del recorrido. Luego, la técnica de vallas, relativamente más fácil
e infinitamente más llevadera. Recuerdo que un martes, después de
un puente de la Constitución, estaba la tropa un poco más torpe que
de costumbre, tropezones en los obstáculos, risas, pérdida de
ritmo, más risas. Hasta que Pepe se cansó y dijo: “Jo, llevo
veinte años sin estirar y las voy a pasar mejor que vosotros”.
Raudo, se lanzo hacia ellas y, cómo quien tuvo retuvo, las superó
en un santiamén. Los capullos que estábamos allí, cometimos el
peor error de nuestra vida cuando nos pusimos a aplaudir...Su
respuesta, lejos de seguir la corriente fue decir: “ Ah, sí?. Os
vais a enterar…!!” Ordeno quitar las vallas y siguió durante el
resto de la sesión aplaudiendo nuestra desfachatez. Y nosotros, como
palmeros, a pegar con el culo, el pecho o la espalda en el
suelo...¡Ay si llega a ser hoy…! No sé cuantos parroquianos le
volverían a la siguiente sesión. O si lo hacían, cuántos abogados
llevarían cada uno….!!!!
Utilizo este ejemplo para evidenciar que solo el compromiso con el
trabajo y con una educación que partia de modelos que vayan elevando
el nivel de exigencia se puede mejorar la respuesta de los alumnos y
hacerlos más aptos para vivir en sociedades cambiantes y hostiles. Y
sí, joder, si se debe ser feliz, pero desde el momento en que se
dispone de herramientas y capacidad para poder decidir sobre el
futuro de forma autónoma. Que no nos vendan la moto con monsergas
sobre la filosofía del entendimiento sensorial y la comprensión
desde la felicidad. Qué no nos prometan que leer ciertos panfletos
te van a permitir caminar descalzo sobre ascuas, por que a la postre
te quemas los pies, te chorrea la oreja y la realidad te arrebata del
sueño de Morfeo de un soplamocos que te deja mirando pa Poniente. Lo
demás, es perversamente falso y al final del camino crea individuos
incapaces, desmotivados y sin herramientas para sobrevivir. En el
fondo lo que quiere el Sistema. ¿No?
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