lunes, 15 de diciembre de 2014

EL PRIMERO DE LA MAÑANA; AL CAFÉ, ME REFIERO

            No hay cosa que más me preste en esta vida que tomar un café por la mañana, antes de entrar a trabajar y leer la prensa diaria. Aunque afortunado por poder seguir haciéndolo día a día, lo que significa que sigo vivo y mucho más difícil aún con trabajo, hay veces que maldigo una y mil veces, no el sabor del café, que a esas horas todos son igualmente buenos, sino el instinto de esperar agazapado entre la penumbra del bar hasta que el último lector deja libre su víctima apilada en una esquina de la barra, y me abalanzo sobre ese conjunto de hojas que en manos humanas vuelve a ser un periódico.
            El pasado lunes una noticia desconcertante, que parecía haberse adelantado al 28 de diciembre, fecha que sería entendida más propicia, me hizo restregarme airadamente los ojos…”Nun pue ser” grité mientras botaba mi culo sobre la silla. Esto, seguro, era fruto de un error de imprenta y la “broma” se había adelantado casi quince días, o se trataba de un titular sensacionalista, para enganchar al lector, que encabezaba un trabajo de investigación sobre las leyes de seguridad ciudadana del franquismo. ¡ O qué se yo…! Pero no desgraciadamente, a medida que iba leyendo las excusas se me agotaban. No, no se trataba era una broma de la prensa sacada a destiempo, era por contra hija del cruel destino. Sí amig@s sí, volvíamos a un estadio similar al de 1957 año en que el “pachismo” sacó al mercado la Ley de Orden Público. Para que veáis su similitud reproduzco literalmente a manera de investigación etnográfica, mientras no sea delito ser antropólogo, un párrafo de aquélla: Una manifestación "no autorizada" o que se desarrollara fuera de los límites "permitidos por la autoridad" podía versa sancionada con una multa de hasta 500.000 pesetas. Lo dicho, salvo las pesetas por los euros, pocas cosas difieren; como dice el proverbio, que nunca miente, bienaventurados los que a los suyos se parecen. Pero la cosa no queda ahí, porque desgraciadamente, esta nueva ley de vagos y maleantes ya  había sido criticada duramente, en fechas anteriores, por concienciados intelectuales, periodistas no afines y no tanto como debiera por los políticos de la oposición, algo que echo en falta. La noticia iba más allá, plus ultra como la operación que se estilaba en los años sesenta y setenta ensalzando los valores patrios de los jóvenes españoles flechas por mor la falange, se comentaba en ella la reciente aprobación, por la ley y el derecho de la mayoría absoluta parlamentaria, de la elaboración de una lista de personas peligrosas, que el Ministerio del Interior iba a poder crear y recrear a su gusto para estigmatizar a tod@s aquellos españoles no afines a la dialéctica trascendental castellana. La Antropología, como ciencia que estudia la cultura humana y sus manifestaciones a lo largo de la Historia, nos advierte del peligro de realizar ciertas categorizaciones sobre los grupos humanos, porque siempre llevan a discriminaciones y, en algunos casos, delitos de lesa humanidad.
            Y como decía Mayra Gómez Kemp “hasta ahí puedo leer”, porque no me lo llevan las entrañas y porque es un suma y sigue a otras leyes contra la manifestación pública, las acampadas reivindicativas en lugares públicos, a las que torpedean por la proa la solidaridad de los que acompañan a los desahuciados en su vía crucis personal, o a las que ningunean, por no ser soez, las libertades  del ciudadano y las que permiten la devolución en caliente de los inmigrantes “cazados” en frontera. Algo que chirría incluso para un lego en materia de Derecho como yo y que creo no está muy en la línea de los Derechos Humanos Internacionales, revocando para el caso de España la Declaración Internacional de los Derechos Humanos borrando de su manifiesto muchos de los renglones esenciales.
            Por ejemplo, esta ley dejaría en pelotas y como terroristas a un tipos de la calaña de Martin Luther King, Mahatma Gandhi, la Madre Teresa de Calcuta, Desmond Tutu, el Dalái Lama, Rigoberta Menchú, Nelson Mandela, Kofi Annan, Jimmy Carter, Muhammad Yunus, Al Gore, Barak Obama... porque tod@s ellos en algún momento de sus vidas defendieron la desobediencia civil y la practicaron y organizaciones internacionales como UNICEF, Cruz Roja y Media Luna Roja, ONU o la propia Unión Europea, porque irían en el mismo carro de premios Nobel de la Paz.
            Es el deseo de este humilde profesor de L'Entregu, aficionado a “scrachear” desde las ondas y la prensa, que nuestro gobierno recapacite sobre el daño que puede suponer esta norma en el espíritu de la Constitución, que en tan alta estima tienen, y la libertad de un país en riesgo de exclusión, con más de trece millones de compatriotas en esa misma situación y casi un millón de familias sin un euro que llevarse al bolso mensualmente. Salvo que el cobro de multas por desobediencia civil, que sirve solo para reducir míseramente el déficit público, sea lo verdaderamente importante o que la voz crispada y cansada del pueblo, que no de quienes se autoproclaman como sus dignos representantes, les pongan nerviosos en exceso. 

Por cierto, si el artículo no mentía cualquier ciudadano independientemente de su vinculación probada con delitos, crímenes, faltas o causa sub-iudice, puede integrar la lista de proscritos, me pregunto lo siguiente. Todos los imputados y presuntos corruptos de la política patria ¿irán en cabeza?.

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